EGO
- psic.elizabethga
- 23 mar 2024
- 5 Min. de lectura

El ego es muy hábil, se alimenta de los problemas, del victimismo y de los juicios. Estas conductas la observamos cuando no nos responsabilizamos de nuestros actos ni de nuestros estados emocionales y echamos la culpa a alguien o a algo externo.
Por lo mismo, mientras busquemos culpables afuera, repetiremos las mismas historias, puesto que no podemos cambiar a los demás. Lo que sí podemos cambiar es nuestra forma de ver las cosas y comprender que nuestras experiencias tienen que ver con nosotros mismos.
¿Qué es el EGO?
La palabra ego proviene del latín y significa “yo”. En psicología, este concepto se utiliza para designar la conciencia del individuo, entendida esta como su capacidad para percibir la realidad. La visión de la realidad a menudo puede verse distorsionada y conducir a un exceso de esa valoración que tenemos sobre nosotros mismos.
El ego es una parte natural de la psicología humana
El ego es un aspecto importante de la naturaleza y de la estructura psicológica del ser humano. Lo necesitamos para conformar nuestra identidad y mantener nuestra autoestima.
Nuestro autoconcepto está directamente relacionado con nuestro ego. De todos modos, es preciso observar si la imagen que tenemos de nosotros mismos no está sobrevalorada ya que podemos caer en comportamientos egocéntricos y arrogantes.
Lo opuesto sucede cuando tenemos un autoconcepto infravalorado, es decir, cuando nuestra autoestima está dañada y no reconocemos nuestro verdadero valor. Esto puede suceder porque creemos que nuestra valía depende de algo externo a nosotros mismos.
Todos tenemos un ego. No es algo que se encuentre afuera, ni algo de lo que tengamos que deshacernos. De nosotros dependerá cómo lo usamos, si lo aprovechamos para nuestro crecimiento o nos valemos de sus artimañas para justificar nuestras acciones y no cambiar.
EGO:
Conocer la función que tiene el ego en nuestras vidas nos ayuda a poder identificarlo y responsabilizarnos de él:
El ego no es algo externo a nosotros. Representa a nuestro yo, la identidad con la que nos mostramos ante los demás y ante nosotros mismos. Está constituido por todas nuestras experiencias y aprendizajes, por todos nuestros miedos y heridas sufridas.
El ego se manifiesta en nosotros mediante una constante lucha por tapar las debilidades. Por mantener una apariencia de fortaleza y distanciamiento emocional.
Representa nuestra conducta más infantil, la que no ha aprendido de los errores, la que se ha quedado anclada en el pasado. Nos “protege” en asuntos como: la novedad, la intimidad, el acercamiento, el compromiso y el amor…
Al no responsabilizamos de nuestro ego, actuamos en modo automático, sin tomar conciencia de las consecuencias que conllevan nuestros actos. Nos alejamos de nuestra esencia, de nuestra humanidad; alimentando nuestro ego.
Acaba siendo inevitable caer en la infelicidad y el sufrimiento. Ya que el ego se alimenta de esto mismo, de la miseria, de la tortura a nuestro bienestar y nuestras posibilidades de adentrarnos en nuestra felicidad.
A través del ego nos sentimos culpables por reconocer lo que necesitamos, lo que queremos. Incluso hasta el punto de llegar a sentir culpa por entregarnos al amor.
Es nuestro juez interior más severo y la vez más injusto. Nos hace cobardes en el amor, competitivos, egoístas y desconfiados ante los demás. Nos convierte en sujetos pasivos desde la posición de víctimas.
Trampas del EGO:
En muchas ocasiones no somos conscientes de que nos comparamos con los demás con la intención de sentirnos especiales y diferentes. Cuando actuamos para demostrar que somos mejores o peores que alguien, lo hacemos desde el ego.
“No necesitas ser mejor que nadie, solo necesitas ser mejor de lo que solías ser.”
Wayne Dyer
Cada vez que creemos que los demás son responsables de lo que nos sucede, entregamos las riendas de nuestra vida al ego y nos autoproclamamos víctimas. Nos justificamos y usamos todo nuestro conocimiento para seguir igual y no cambiar.
Existe un abismo entre lo que es el amor y el sacrificio. Una persona que se sacrifica, hace cosas que no quiere hacer. Mientras que el sacrificio busca manipular, el amor simplemente se brinda generoso, es abundante y se multiplica cada vez que se comparte.
Hay personas que solo se ocupan de dar a los demás y no se dan a sí mismas, por lo tanto son egoístas con ellas mismas. Usan el sacrificio como arma de manipulación para que los demás sientan lástima o hagan lo que ella quiere.
Una mente que sabe que no está separada de los demás, comprende que lo que ofrece al mundo se lo da a sí misma. De ahí surge el dicho, si no te gusta lo que la vida te brinda, observa ¿qué es lo que estás ofreciendo y con qué intención lo haces?.
Como despojarse del Ego:
Liberarse de la necesidad de ser el mejor. Alabarse y sentirse importante es necesario, pero identifica también tus aspectos a mejorar. Hay que ser conscientes de que todos somos valiosos en unos u otros aspectos y de que no se trata de ser el mejor, sino de mejorar respecto a nosotros mismos.
Dejar de sentirse ofendido. Esta sensación viene de cuando algo o alguien no cumple tus expectativas o te hace una crítica. Todo no tiene por qué ser personal, así que en lugar de tomar todo como una ofensa y un daño a tu persona, mantente abierto al cambio y las opiniones de los demás.
Olvidarse de tener la razón. El ego elevado conduce a la necesidad de tener siempre la razón, porque consideramos que todo lo que pensamos o hacemos es lo correcto. Así, practica el dar el brazo a torcer, a considerar otras opciones y entender otros puntos de vista.
No girar en torno a los logros. Alcanzar el éxito en algo es satisfactorio y una fuente de bienestar. Sin embargo, no debemos centrar la vida en torno a ellos y que estos sean los pilares de nuestra forma de relacionarnos con el mundo. No somos un trabajo mejor considerado o unos músculos bien definidos, somos el esfuerzo y la motivación que hemos tenido cuando algo no salía bien. Teniendo esto en mente, también será más fácil valorarlo en los demás.
“El gran corruptor del hombre público es el ego. Mirar a los espejos distrae la atención de los problemas”.
Dean Acheson
La forma más fuerte de luchar contra el ego es cultivar tu conciencia y tu conocimiento. El ego ignora las lecciones y las oportunidades de crecimiento. El ego no quiere aprender. Puede engañarnos para que pensemos que tenemos razón sobre algo o que ya no tenemos ninguna necesidad de aprender más sobre un tema porque somos expertos. Esta mentalidad solo nos impide alcanzar nuestro verdadero potencial.
La próxima vez que estés tan seguro de que tienes mucha razón y no tienes nada que aprender, detente y recuerda que estás en las garras del ego. Busca algo que aprender, por pequeño que sea. Desafía tus propias creencias y puntos de vista.
El ego forma parte de cada uno de nosotros. Es nuestra responsabilidad elegir doblegarlo cada día. Tómate el tiempo necesario para hacer este trabajo y presta atención a tu voz verdadera. Lucha contra el ego cada vez que lo reconozcas. Cuanto más disminuyamos la voz del ego, más alegría sentiremos en nuestra propia vida y en el mundo.
PSIC. ELIZABETHGA
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